













En cada ciudad hay lugares que se vuelven parte de la memoria afectiva. En San Francisco, ciudad de bodegones de gran calibre como nuestra preferida Cantina El Tala, otro de esos sitios es Pastas Priotti, conocido también como comedor o ahora El Bodegón de Priotti. Creo que han sacado el cartel del frente que decía comedor para aggiornarse a esta palabra de moda y colocar un nuevo frente. Allí, entre el aroma a salsa casera y el sonido del agua hirviendo, se sirve un tipo de comida que va más allá del plato: una forma de recordar.

Hay días en los que no tenemos ganas de complicarnos demasiado en la cocina, pero igual queremos comer algo rico, casero y que nos haga bien. Esta receta es una de esas soluciones simples que no fallan: con apenas tres ingredientes que seguramente conseguís a la vuelta de la esquina —pechuga de pollo, brócoli y zanahoria— podés preparar un plato completo, lleno de color y sabor. Además da frescura y energía y apto para la temporada con más calorcito. Este salteado es ideal para esos días en los que el cuerpo pide algo liviano, saludable y hecho en casa… con el amor de siempre.

En pleno corazón urbano, entre el ruido de las calles y la rutina diaria, se abre un refugio donde los aromas del norte argentino encuentran su lugar: Talocro, el local del cocinero jujeño Pier Núñez. Pier no solo cocina; cuenta historias a través de los sabores. Creció entre ollas de barro, mesas largas y la tradición de una cocina que, en Jujuy, es más que alimento: es identidad, memoria y celebración. Con esa herencia, decidió abrir un espacio que respira autenticidad y creatividad.

Villa del Totoral guarda en sus calles la calma serrana y la tradición de pueblo, pero también pequeñas sorpresas que invitan a detenerse y disfrutar. Una de ellas es “Piccoteando”, un espacio pensado para el encuentro, donde la cocina se convierte en puente entre lo casero y lo creativo. Sus empanadas de matambre cortadas a cuchillo están en el podio de todas las que hemos probado en la querida provincia y, como aún los influencers de comida las ignoran, podés degustar este secreto cuando estés cerca de esta bonita localidad del norte cordobés.

Son súper fáciles, económicos y riquísimos, de esos que tienen gusto a infancia y mesa familiar. No hace falta complicarse para tener un buen postre. A veces, con ingredientes básicos que siempre tenemos en cualquier alacena o donde guardés los perecederos, se puede preparar algo suave, cremoso y con ese toque de hogar que tanto gusta. Los postrecitos de maicena son justamente eso: simples, rendidores y con un sabor que nos transporta directo a la cocina de la abuela.

Hay platos que nunca fallan, y las milanesas están en el podio. Pero si hay una versión que logra sorprender y arrancar sonrisas, esas son las “milanesas rellenas”. Crujientes por fuera, implacables por dentro, con ese queso que se derrite apenas las cortás… son puro antojo de domingo en familia. Las milanesas rellenas son de esas recetas que, apenas llegan a la mesa, desaparecen en segundos. Son abundancia, sabor y un mimo casero que se disfruta de principio a fin. Además en parte el plato sube el nivel, le da como ese toque gourmet en la vista y esa una combinación crujiente por fuera y ricaza por dentro conquista a chicos y grandes.