PlaceresEncubiertos

BODEGÓN PRIOTTI

Dirección: Salta 2417, San Francisco, Córdoba/ Teléfono: (03564) 33-1535

En cada ciudad hay lugares que se vuelven parte de la memoria afectiva. En San Francisco, ciudad de bodegones de gran calibre como nuestra preferida Cantina El Tala, otro de esos sitios es Pastas Priotti, conocido también como comedor o ahora El Bodegón de Priotti. Creo que han sacado el cartel del frente que decía comedor para aggiornarse a esta palabra de moda y colocar un nuevo frente. Allí, entre el aroma a salsa casera y el sonido del agua hirviendo, se sirve un tipo de comida que va más allá del plato: una forma de recordar.

Acá caímos porque se hizo de noche y debíamos pernoctar en la ciudad, como los domingos está cerrada nuestra cantina mencionada arriba salimos en la búsqueda de otra que alguien nos había recomendado otrora. Y apenas uno pone el pie sabe que comerá bien, habrá sido la bienvenida de la moza o ver las caras de gente satisfecha en mesas sin manteles ni nada más que los platos de comida. O habrá sido el instinto pero no falló la primera impresión.

Un clásico que resiste al tiempo

Ubicado sobre la calle Salta, Priotti mantiene la estética y el espíritu de los bodegones tradicionales. No hay pretensiones: hay mesas grandes, porciones abundantes y una atención que los vecinos describen como “familiar y cordial”. En reseñas locales y portales gastronómicos, los clientes coinciden: “las mejores pastas de la ciudad”, “porciones generosas”, “sabor a casa”. Son frases que se repiten desde hace años, y que trazan la historia de un lugar que ha sabido mantenerse vigente en un rubro donde muchos desaparecen. La moza acostumbrada a los habitúes que ya sabe que pedirán después del saludo esperaba ya la orden de pedido, al ser novatos nos tuvo que resumir la carta en un par de frases y a pesar de la oferta tentadora por las pastas  o la parrillada libre que pispeamos de otros comensales, fuimos por una napolitana con fritas porque veníamos de una mala experiencia con ese plato y había que volver a subir la vara.

De milas a ravioles y el secreto de la salsa

La milanga estaba como tiene que ser, de buena carne, grandísima, un par compartimos por sugerencia de la moza y volvimos a recordar, o sobre todo mi compañero que venía de una mila de hotel apelmazada y de microohondas, de que va la vera de este plato. En tanto, los ravioles son, sin duda, el plato más pedido. Su relleno —tierno, equilibrado, sin exceso de condimento— se completa con una salsa que, según cuentan, se prepara “como lo hacía la abuela”. También sobresalen los sorrentinos, lasagnas y canelones, siempre servidos en porciones generosas. “Uno no se queda con hambre”, dice un comentario en redes. Y es cierto: en Priotti el almuerzo o la cena tienen el espíritu de la abundancia y la reunión.

No faltan quienes eligen llevar las pastas frescas para cocinar en casa. Porque Priotti no es sólo un comedor: también es una fábrica artesanal de pastas, donde cada masa se elabora a mano, siguiendo recetas tradicionales y con ingredientes seleccionados.

Un lugar con alma familiar

En cada bodegón hay una historia de familia. La de Priotti se adivina en los detalles: en el saludo de los mozos, en el modo en que los dueños circulan entre las mesas, en la sensación de estar comiendo en casa de alguien conocido. Algunos clientes aseguran que van desde hace décadas, otros dicen haber llevado a sus hijos y ahora a sus nietos. En un mundo donde los restaurantes cambian de nombre y estilo cada temporada, Priotti conserva lo esencial: el sabor como forma de pertenencia.

Tradición e identidad

Más allá de las recetas, Priotti representa una forma de entender la comida: como espacio de encuentro y de transmisión. La tradición italiana, tan presente en San Francisco, encuentra allí una de sus expresiones más queridas. Los fines de semana, las mesas se llenan temprano. La gente llega por costumbre, por nostalgia o simplemente porque sabe que, en ese lugar, todo está en su punto justo. Y quienes prefieren quedarse en casa, encuentran en el delivery o en las bandejas para llevar una manera de seguir conectados con esa cocina que reconforta.

Adaptarse sin perder el alma

Como muchos comercios gastronómicos, Priotti se adaptó a los nuevos tiempos. Tiene presencia en redes sociales, muestra sus platos en fotos y reels, y mantiene contacto con clientes por teléfono o WhatsApp. Sin embargo, lo que más se valora no está en lo digital: es la constancia del sabor, la atención humana, la calidez que no se puede replicar en pantalla. Esa mezcla de tradición y cercanía lo convirtió en un referente local.

El sabor de lo que perdura

Hay lugares donde uno no necesita mirar el menú. Donde basta con sentarse, pedir “lo de siempre” y dejar que el aroma haga el resto. Priotti es uno de esos lugares. Un bodegón que no busca ser moderno ni distinto, sino simplemente fiel a sí mismo. Y tal vez por eso sigue ahí, resistiendo, alimentando historias, reuniendo familias y recordándonos que —a veces— un buen plato de napolitanas, parrillada o ravioles caseros que aunque aún no habíamos llegado, puede ser la forma más simple y honesta de volver a casa.

Salir de la versión móvil